Yo era de los que pensaba: “¡Bah, eso son modas!”. Sin embargo, la vida me demostró que estaba equivocado. ¿De qué hablo? Pues ahora mismo os lo cuento, de los famosos probióticos. La verdad es que nunca imaginé que algo tan pequeño como son pudiera traerme tantos beneficios. Siempre había escuchado esa palabra en la televisión o en algún anuncio de yogures, de esos de famosos del cine, pero la verdad es que no le daba nada de importancia.
Hasta que hace unos años empecé a tener molestias digestivas. La verdad es que no era nada grave, pero sí lo suficiente como para no estar bien durante el día a día. Ya sabes, lo de siempre un hinchazón, unas digestiones pesadas, el maldito cansancio después de comer… Incluso mi humor se veía afectado.
Pues bien, como suele pasar en estas cosas, al principio probé de todo: tés, cambios de dieta, medicinas naturales, pero parecía que nada funcionaba del todo.
Fue un amigo el que me habló por primera vez en serio de los probióticos. Me explicó que, básicamente, son bacterias “buenas” que ayudan a que nuestro intestino funcione como debe.
Me lo dijo con tanta seguridad que oye, que decidí probar. ¡Y qué sorpresa me llevé! En pocas semanas ya notaba la diferencia. Lo primero fue el tener menos gases, y luego más energía y hasta un mejor estado de ánimo. Me parecía increíble que algo tan sencillo pudiera ayudar tanto.
Lo que más me impresionó fue darme cuenta de que el intestino no solo está relacionado con la digestión, sino con el bienestar general. Lo que estaba claro es que ya dormía mejor, tenía más ganas de moverme. No era solo mi estómago el que mejoraba, era todo mi cuerpo. Así que comencé a meterme más de lleno en este mundo y la verdad es que no me arrepiento.
Fue conociendo poco a poco más productos hasta que me he quedado con los de la marca Probactis. En concreto el que mejor me viene es Probactis Strep contiene Streptococcus salivarius. En mi caso, ejerce su efecto beneficioso directamente en la cavidad oral y es un colonizador natural de la boca y la zona respiratoria superior.
Según he leído produce sustancias antimicrobianas naturales no dejando que otros microorganismos puedan crecer. Así que lo corto desde la boca, desde la puerta de entrada.
En casa
Con el tiempo, empecé a hablar en casa sobre lo bien que me sentía. Mi mujer al principio no se lo creía mucho, pero fueron mis hijos quienes más atención prestaron. Ellos también tenían sus pequeños problemas. EN concreto, Javier sufría de estreñimiento de vez en cuando y el otro, Marcos, siempre estaba con resfriados. Entonces me pregunté: “¿Y si a ellos también les ayudan los probióticos?”.
Consultamos con su pediatra, y nos dijo que, en su justa medida, los probióticos podían ser un gran apoyo para los niños. ¡Y así fue! Empezamos a incorporarlos en forma de yogures y suplementos adaptados a su edad. El resultado nos dejó con la boca abierta. Mi hijo mayor ya no pasaba días sufriendo en el baño, y el pequeño empezó a enfermar menos durante el invierno. No quiero decir que sea una solución mágica, pero sí que notamos un cambio real y positivo. Yo os cuento cómo me ha pasado, supongo que para estos no será tan bueno, pero mi caso personal es este.
Me hacía mucha gracia luego como lo contaban en el colegio: “Las bacterias buenas luchan contra las malas y nos hacen fuertes”. Parecían dos científicos de estos que ahora tanto salen en las redes sociales.
Otra cosa maravillosa de los probióticos es que no solo están en cápsulas o en productos procesados. Poco a poco fuimos descubriendo alimentos naturales que los contienen. Por ejemplo, el yogur natural, kéfir, chucrut, kombucha… Incluso empezamos a preparar algunas cosas caseras. Y ya os digo que eso de que no sabe a nada, no es verdad, está todo muy rico.
Mi recomendación
Es cierto que hoy en día, ya no me imagino mi vida sin ellos. No digo que sean la cura de todo, pero sí creo que son una herramienta muy buena para estar mejor. A mí me devolvieron la ligereza de las digestiones, a mis hijos les dieron defensas y equilibrio. Así que poco más puedo pedir.
Ahora, si me preguntan si recomiendo los probióticos, digo que sí, sin dudarlo. Claro, siempre escuchando a un médico y viendo qué opción es la mejor para cada persona. Pero en mi experiencia, son un antes y un después. Os lo recomiendo.