No había estado en Cantabria desde hacía más de veinte años, y por aquel entonces mi relación con el deporte se limitaba a las pachangas del barrio y algún paseo por el monte. Ahora la cosa es distinta: corro prácticamente a diario, y siempre que puedo organizo mis escapadas pensando en rutas donde poder entrenar y, si es posible, descubrir paisajes nuevos. Esta vez decidí que mi destino sería Cantabria, pero no para un viaje rápido, sino para dedicarle varios días y exprimir al máximo su lado más rural y natural.
Llegué con la idea de correr por montes, playas y senderos, y, si surgía la oportunidad, conocer a gente del lugar para que me orientara. Y la verdad, pocas veces un plan ha salido tan redondo.
El primer contacto con la montaña: Liébana y Picos de Europa
Mi primera parada fue la comarca de Liébana, al sur de Cantabria, que para un runner de montaña como yo es un paraíso. Tenía fichada una ruta que sale desde Potes y asciende hacia el Monasterio de Santo Toribio, para luego continuar por pistas y senderos que se internan en las laderas de los Picos de Europa. No es un recorrido sencillo, porque combina subidas duras con tramos técnicos de piedra suelta, pero las vistas compensan el esfuerzo.
Ese día amaneció fresco, con algo de niebla en las zonas altas. Salí temprano, con frontal, y disfruté de ese silencio que solo encuentras en la montaña antes de que se despierte. Un par de horas más tarde, el sol empezó a colarse entre las nubes y la niebla se disipó. Desde lo alto, veía Potes abajo y, al fondo, las cumbres nevadas. Terminé con unos 18 kilómetros en las piernas y la sensación de haber arrancado el viaje de la mejor forma posible.
Correr junto al mar por las rutas de Suances a Tagle
Aunque me encanta la montaña, no puedo resistirme a las rutas junto al mar. En Cantabria hay un tramo de costa entre Suances y Tagle que es perfecto para correr si te gusta alternar pista y sendero. El recorrido pasa por acantilados, pequeñas calas y zonas de pradera junto a la costa.
El terreno es bastante asequible, así que lo usé como sesión de rodaje suave al día siguiente. A ratos el viento pegaba fuerte, pero cuando te asomas a un acantilado y ves las olas rompiendo abajo, te olvidas de todo. Aquí me crucé con varios corredores y caminantes, la mayoría saludando con un gesto o un “buenos días” sincero. Me llamó la atención que incluso en rutas poco concurridas, la gente siempre tiene un momento para sonreírte.
Charla improvisada sobre rutas en barco
Uno de esos días, mientras tomaba un café en un puerto deportivo, vi a unos chicos revisando unas embarcaciones y me acerqué a preguntarles por curiosidad. Trabajaban para la empresa Náutica Puerto Gris, que organiza rutas por allí. Les comenté que me habían hablado de algunas travesías en barco por la zona y quería saber qué rutas recomendaban, porque no tenía claro si hacerlo en este viaje o dejarlo para más adelante.
La conversación derivó en que me explicaran cuáles eran, para ellos, las zonas más bonitas para recorrer en barco por Cantabria. Me hablaron de acantilados que solo se ven bien desde el mar, de bahías tranquilas donde fondear y de tramos en los que, si tienes suerte, puedes ver delfines. Me quedé con las ganas de hacerlo esta vez, pero lo apunté mentalmente para el futuro. Me gustó el trato cercano, como si estuvieran hablando con un amigo de toda la vida.
Rutas de bosque: Saja-Besaya
Uno de los grandes descubrimientos del viaje fue el Parque Natural Saja-Besaya. Nunca había corrido por allí y me sorprendió lo variado que es el terreno. Preparé una ruta circular que combinaba pista forestal y sendero estrecho. El inicio fue suave, por una pista ancha que atraviesa un bosque de robles y hayas, pero pronto empezaron las subidas largas que ponen a prueba el pulso.
Lo mejor de correr en un bosque como este es la sensación de estar protegido, incluso si llueve. Y, de hecho, ese día llovió. Una lluvia fina que no molestaba demasiado y que dejaba un olor a tierra mojada inconfundible. Crucé un par de arroyos y, en un momento, el camino se abrió a una zona más despejada desde la que se veían las montañas a lo lejos. Si te gusta correr por naturaleza pura, este lugar es imprescindible.
Combinando deporte y descanso
Usé Santander como punto de descanso en mitad del viaje. Me venía bien para recuperar fuerzas y, de paso, correr un poco más suave. Una de las rutas urbanas más agradables es la que va desde la playa de El Sardinero hasta la península de La Magdalena y, si tienes tiempo, seguir bordeando la bahía. No es montaña ni bosque, pero sí un recorrido bonito y llano que te permite trotar sin forzar.
En Santander aproveché para comer bien y reponer energía. También es un buen sitio para hablar con gente y conseguir recomendaciones. Un camarero me dijo que, si algún día volvía en invierno, no me perdiera las carreras de montaña que organizan por la zona, porque son duras pero muy bien ambientadas.
La sorpresa del Valle de Pas
El Valle de Pas fue un capricho de última hora. Me habían dicho que era un lugar precioso para pasear, pero yo lo adapté a mi ritmo y lo convertí en una ruta de trail suave. El terreno aquí es más blando, con caminos de hierba y pistas de tierra que suben y bajan entre prados y caseríos. No es un recorrido técnico, pero sí de esos que te atrapan por la tranquilidad que transmiten y por la sensación de estar corriendo en un lugar que apenas ha cambiado con el paso de los años.
En una fuente del camino me encontré con un hombre mayor que estaba llenando garrafas de agua. Charlamos un rato y me contó que esa misma ruta la hacía a diario su nieto para entrenar ciclismo, y que incluso en días de niebla o lluvia no la perdía. Me hizo gracia pensar que, aunque no nos conozcamos, compartimos la misma afición por movernos al aire libre y por mantenernos activos, cada uno a su manera y en su terreno.
Consejos para los runners que quieran venir a Cantabria
Después de varios días corriendo por aquí, hay cosas que creo que merece la pena tener en cuenta si vienes con la idea de hacer turismo rural y aprovechar para entrenar:
- Prepárate para la humedad. Aunque no llueva, la humedad en Cantabria es alta, y eso se nota al correr. Bebe agua con frecuencia y no te confíes, porque la sensación de sed puede llegar tarde. Incluso conviene llevar un pequeño bidón en rutas largas.
- Calzado adecuado. Las rutas de montaña y bosque pueden tener barro incluso en verano. Unas zapatillas con buena tracción te evitarán resbalones y lesiones. También es buena idea traer un segundo par por si uno no se seca a tiempo.
- Madrugar compensa. Las primeras horas del día son las mejores para correr, no solo por la temperatura, sino porque hay menos gente en los caminos. Además, la luz de la mañana en los valles y la costa tiene un encanto especial que merece la pena.
- Respeta el entorno. No salgas de los senderos marcados y evita molestar al ganado, que en muchas zonas pasta libremente. Si cruzas una portilla, ciérrala siempre. Son detalles pequeños que marcan la diferencia para quienes viven y trabajan aquí.
- Combina rutas. Alternar montaña, costa y bosque hace que la experiencia sea más completa y evita la monotonía. Un día exigente en altura seguido de una sesión suave junto al mar es una forma ideal de equilibrar esfuerzo y descanso.
Últimos kilómetros antes de volver
El último día decidí hacer un recorrido más tranquilo. Me fui a la zona de Liencres, donde está el Parque Natural de las Dunas de Liencres. Allí las rutas son cortas, pero perfectas para estirar las piernas y disfrutar de las vistas al mar. Corrí entre pinares y terminé en la playa, viendo cómo algunos surfistas aprovechaban las olas, mientras otros paseaban por la orilla sin prisa.
Esa mezcla de mar, bosque y arena fue un cierre perfecto para el viaje. El olor a pino, el sonido constante del mar y la brisa fresca hacían que todo resultara más relajante. No hice marca personal ni mucho menos, pero eso no era lo que buscaba. Vine para correr y descubrir, y me llevo la sensación de haberlo hecho en uno de los lugares más variados que conozco para entrenar al aire libre. Estoy seguro de que, cuando vuelva, repetiré esta zona como uno de mis entrenamientos de despedida.
Volveré para seguir explorando
Cantabria me ha dejado claro que es fantástica para quienes disfrutamos corriendo en plena naturaleza.
Además, la gente con la que me crucé siempre estuvo dispuesta a ayudarme, ya fuera recomendando rutas, charlando sobre travesías en barco o simplemente devolviendo un saludo en mitad de un camino. Eso, unido a la variedad de paisajes, hace que tenga claro que volveré, con las zapatillas listas y ganas de sumar más kilómetros por estos parajes.