¿Debo cambiar de trabajo si no estoy a gusto?

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La respuesta parece evidente, sin embargo, esta es una de las preguntas más frecuentes que se realizan en las consultas de los psicólogos cuando se abordan temas relacionados con el trabajo. Veamos cómo abordarlo.

Pasamos una gran parte de nuestra vida trabajando. Los problemas que nos surgen en el trabajo se reflejan en nuestro estado de ánimo e inciden en nuestra vida personal.

Un artículo publicado en el periódico El Mundo indica que 7 de cada 10 trabajadores están insatisfechos con su empleo. Los datos provienen de una encuesta que efectuó la web Comunidad Laboral Trabajando.com entre sus usuarios.

Un 25% de las personas insatisfechas decían estarlo por el salario que cobran. Un 19% dicen que sus logros no son retribuidos económicamente por la empresa.

Un 18% alega que no existe un buen clima laboral. Para algunos, su trabajo no le supone ningún desafío motivador. Otros apuntan a la falta de liderazgo de sus superiores. Algunos de los encuestados ven escasas posibilidades de promoción laboral y de desarrollo profesional en el trabajo que están desempeñando, mientras otros se quejan de que sus ideas y propuestas nos son tenidas en cuenta en su puesto de trabajo.

Tener un ambiente de trabajo propicio es fundamental para que un trabajador desarrolle su actividad laboral y rinda adecuadamente. A veces estas condiciones no se dan. Puede ser por roces personales con algún compañero, por una exigencia desmedida por parte de los superiores o por una alta atomización y competitividad de la plantilla. En la que el trabajador que tienes a tu lado, más que un compañero, lo ves como un rival.

Sea por lo que sea, para algunas personas su trabajo es un mal necesario. Algo que tienen que realizar todos los días para pagar las facturas. En ocasiones se llega a convertir en un calvario permanente.

Sin embargo, cuando se les preguntan ¿por qué no dejas tu trabajo actual? Un 20% manifiesta su miedo a quedarse en paro y perder su fuente de ingresos. Un 16% expresa que se mantiene por la retribución.

Evidentemente, no todos los trabajadores son unos desdichados. Muchos se encuentran cómodos en su trabajo; y una parte de ellos tienen la gran suerte de dedicarse a lo que les gusta en unas condiciones que les satisfacen.

El malestar en el trabajo es un problema que existe y al que no se le debe dar la espalda.

Problemas psicológicos más frecuentes en el trabajo.

El blog de la empresa Randstad, una compañía líder en la gestión de Recursos Humanos, señala estos problemas psicológicos como los más frecuentes que se dan en el ámbito laboral:

  • Síndrome de Bournot.

Aparece cuando un trabajador se siente superado por el volumen de trabajo que recibe. Puede ser motivado por una cantidad de tareas excesiva a terminar en poco tiempo o por la realización habitual de horas extra. Los efectos que generan son el agotamiento físico y mental, y la pérdida de interés a medio y largo plazo.

Bloquea las capacidades del trabajador, impidiéndole realizar un rendimiento adecuado. Su falta de concentración incrementa las probabilidades de sufrir algún accidente o enfermedad en el trabajo y puede dar lugar a un cuadro ansioso – depresivo.

  • Síndrome del impostor.

Es un bloqueo personal en el que el trabajador considera que no es capaz de realizar las tareas que se le han encomendado o que no está a la altura del puesto de trabajo que se le ha asignado. Tiene que ver con la autoestima y produce un efecto paralizante. El trabajador, en lugar de formarse, informarse y prepararse para realizar el trabajo; pedir ayuda si lo ve necesario, se encierra en sí mismo auto-anulándose.

Los expertos dicen que es frecuente en mujeres que desarrollan su trabajo en un sector tradicionalmente masculino, cargado de estereotipos y prejuicios, donde la presión ambiental es palpable.

  • Síndrome del estancamiento.

Lo padecen aquellos profesionales que sienten que su carrera no evoluciona. Es una sensación que afecta a su rendimiento y se refleja en su vida personal. Terminan desmotivándose por completo, sumiendo a la persona en un hastío. Acuden cada día a trabajar sin mostrar interés, como un círculo que rueda por inercia.

En el trabajo también aparecen episodios de estrés laboral, efectos psicológicos derivados del acoso y del mobbing, o situaciones de aislamiento, en el que el trabajador a penas se relaciona con su entorno. Estos problemas pueden dar lugar a ataques de ansiedad o situaciones de depresión. Enfermedad que se está convirtiendo en una causa cada vez más frecuente de bajas médicas en el trabajo.

Los pros y los contras.

Cuando un trabajador insatisfecho evalúa la posibilidad de cambiar de trabajo y dejar su puesto actual, pone en una balanza mental los beneficios y los inconvenientes. En ellos entran en juego las responsabilidades y las expectativas.

Las responsabilidades adquiridas actúan a menudo como un freno para realizar un cambio. A lo largo de los años hemos adquirido compromisos sociales y económicos que con frecuencia actúan como una cadena. Es el hecho de tener que mantener a nuestra familia. Puede ser que tengamos que pagar una hipoteca o atender a créditos personales que hemos contraído con el banco o, simplemente, mantener un determinado nivel de vida. Salir de nuestra zona de confort, aunque esta no nos agrade, supone un esfuerzo.

Evidentemente, no hay que lanzarse a la aventura, pero el capitalismo funciona así. Los trabajadores no tienen más remedio que trabajar todos los días en unas condiciones dadas porque no tienen otro medio de subsistencia. Estudiando bien el caso, sin precipitarse, empezar de cero y lograr el mismo nivel económico es un desafío, pero puede resultar reconfortante.

Si nos sentimos frustrados con nuestro trabajo, las expectativas asociadas al mismo, no son propias, sino del entorno. Puede frenarnos lo que piense nuestra familia del cambio. La estabilidad laboral es otro valor arraigado en la sociedad. Para algunas personas, la ascendencia que ejercen sus superiores sobre ellos, también en el trabajo, tiene mucho peso. Tenemos miedo a defraudar a otras personas. Sin embargo, poco podemos dar a los demás si nosotros no estamos a gusto.

El enfoque Gestalt.

La psicología Gestalt establece que la causa principal de nuestro malestar en el trabajo es interna y no externa. Debemos conocernos a nosotros mismos, tomar conciencia de nuestras potencialidades y ver como incidir en el medio.

La psicoterapia Gestalt es una escuela que inicia a mediados del siglo XX el neuro-psiquiatra y psicoanalista alemán Fritz Perls y su esposa Laura Perls. Ellos no niegan que el hombre sea un ser social, pero parten de que el individuo es un ente autónomo que se interrelaciona con su entorno.

Frente a otras corrientes, no parten de cambiar al individuo, ni de que este adquiera una serie de habilidades para relacionarse. La persona debe conocerse tal y como es, aceptarse y hacerse responsable de sus actos.

No debe estar preso de pensamientos como lo “que debería haber hecho” o “lo que debo hacer”, ni estar condicionado por lo que piensen los demás o la sociedad. Para Perls el exceso de pensamientos aleja al ser humano de su experiencia presente y le impide tomar conciencia de su realidad actual.

Según nos comentan los psicoterapeutas de PSi, un gabinete que realiza terapias presenciales en Barcelona y consultas online, el autoconocimiento es la llave que nos libera para afrontar los diferentes problemas que nos surgen en nuestra vida.

Ante los problemas psicológicos derivados de nuestro entorno laboral y la posibilidad de realizar un cambio de trabajo, es necesario realizar un análisis concreto. Pero sobre todo la persona debe tomar conciencia de cuáles son sus potencialidades, sus valores y qué puede aportar a los demás.

No se trata de inventarnos una historia para convencernos a nosotros mismos. Pero si de darnos cuenta de cómo somos.

A menudo nos sentimos atrapados por los límites que nos hemos autoimpuesto y por la realidad que hemos construido a lo largo de los años. Nos da miedo ir un poco más allá y romper con aquello que ya no nos sirve. No se trata de hacer cambios radicales, ni de abandonarlo todo, sino de escuchar nuestra voz interior, tener confianza en ella y actuar en consecuencia. Encontrar esa armonía que nos hace sentirnos satisfechos y útiles a los demás.

Los cambios producen un cierto miedo, nos crean incertidumbre. Entramos en un escenario que no controlamos. Pero en ocasiones son necesarios para autorrealizarnos y sentirnos felices. Tenemos la capacidad de abrir nuestra mente a nuevas perspectivas en diferentes ámbitos de nuestra vida, también en lo laboral. Tenemos derecho a conectar con aquello que nos apasiona y nos motiva.

Si cambiar de trabajo supone una huida hacia adelante para no afrontar una realidad que nos disgusta y que con determinadas acciones se puede cambiar, tal vez sea una mala idea. Hay personas que por mucho que cambien de empresa no terminan de estar a gusto. Sí, por el contrario, es para realizar aquellas tareas que están más en sintonía con nosotros y podemos hacerlo, puede ser un cambio cualitativo y beneficioso en nuestras vidas.

 

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